28 de mayo de 1963
Ahora el tema de esta noche es "Jesús". La semana pasada, un amigo mío me dijo: "Sabes, te he escuchado muy a menudo, pero en realidad durante bastante tiempo, y no estoy muy seguro de que creas en Jesús". Bueno, esa es la opinión de mi amigo, perfectamente bien. Si te dijera: "¿Crees en Dios?" lo más probable es que todos aquí digan que sí, sin pestañear. Y si me preguntaras: "¿Crees en Dios?" Yo, sin dudarlo, diría: “Bueno, ciertamente creo en Dios, pero, ya sabes, tú y yo podemos estar a kilómetros y años de distancia en lo que creemos”.
Hoy dije que creo en la democracia. Bueno, Jruschov también, pero ese no es mi concepto de democracia. O tal vez… ¿cuántos años tienen las Naciones Unidas, no lo sé, pero el Embajador de Australia, que representa a Australia en las Naciones Unidas en San Francisco, ___(??), nos definió el concepto de democracia de su país, que es mi concepto, pero puede que no sea el tuyo; y ciertamente no es el de Jruschov. Dijo: “Para nosotros, en Australia, la democracia se basa en el principio de compromiso, pero no en el compromiso de principios”. ¡Toda la diferencia en el mundo! Porque ese es mi concepto de democracia: este sistema bipartidista, donde esta área del mundo, nuestro mundo, necesita ayuda, pero no la necesita; alguien en el Medio Oeste no necesita el mismo tipo de ayuda, pero votarán conmigo, representando a esta parte del mundo, para que pueda obtener la ayuda que necesito para las personas que represento. Así que no necesito lo que él quiere cuando llegue la votación y él lo presente, pero recuerdo su amabilidad conmigo y por eso votaré con él. Eso no es comprometer los principios; es simplemente el principio de compromiso.
Entonces, cuando me preguntaron: "¿Crees en Jesús?" Le dije: "Bueno, no creo que nadie que camine sobre la faz de la tierra crea más en Jesús que yo". Pero ¿quién es Jesús? El poeta dijo: "La verdad encarnada en un cuento entrará por las puertas humildes". Bueno, los autores de la Biblia, y nadie hasta el día de hoy sabe quiénes son, nadie conoce el autor de la Biblia, salvo que está inspirada y dictada por Dios. Entonces, cuando leemos a Jeremías, Isaías y todos estos nombres, nadie conoce al verdadero profeta que recibió una inspiración, esta Palabra de Dios. Pero sabían, como sabía el poeta que acabo de citar, que entendemos mejor no las verdades desnudas, sino los pensamientos plasmados en historias. El hombre quiere ver la verdad y por eso presentaron la historia de tal manera que pudiéramos ver la verdad. Pero a lo largo de los años, el hombre ha tomado erróneamente personificaciones por personas; han confundido el vehículo que transmite el mensaje con el mensaje; el primer sentido burdo por el sentido último pretendido. Así que hoy tenemos ídolos hechos de la personificación de la verdad.