3 de marzo de 1972
Recibí una carta esta semana de un caballero que asiste a las conferencias: "¿Las asistí? En primer lugar, me encantan. Me hacen sentir tan seguro, pacífico y realizado. Pero no dura mucho. Al día siguiente, vuelvo a estar lleno de dudas. Y me pregunto por qué. Entonces, hablaste sobre la oración y nos mostraste cómo rezarías. Bueno, lo apliqué. Pero, de nuevo, la oración es borrada por mis dudas al día siguiente".
Para aquellos que no estuvieron aquí, aquí hay un resumen rápido. La base es que mi padre y yo somos uno, pero mi padre es más grande que yo. No soy inferior a mi ser esencial llamado Padre, sino solo en la oficina del enviado, pero el remitente y el enviado son uno. Entonces, cuando me envían al mundo, estoy restringido, estoy usando una prenda de carne y hueso, dependiendo de mis sentidos, dependiendo de mi mente de razonamiento, que no puede comprender la verdad revelada. Tiene que depender de la profundidad de su propio ser; por lo que la razón le dice, no puede hacerlo. Debe creer que todas las cosas son posibles a esa profundidad, ese Padre, que llamamos Dios. Y si todo es posible, sabiendo que no puedo hacerlo a este nivel, haría lo normal y decente y daría gracias a mi propio ser por hacer por mí en este nivel lo que en este nivel no puedo hacer por mí mismo.
